No suelo comentar demasiado acerca de bares y restaurantes, pues los gustos en los temas de copas, ambientes o comidas son muy personales.
Pero a veces hago excepciones y, por lo que creo curioso de la historia, en esta ocasión haré otra.
Estas pasadas fiestas navideñas, yendo a la búsqueda de regalos para la familia y los amigos, volví a pasar por la calle donde estuvo el Bar Sovia, y digo "estuvo" porque lo primero que hay que decir de él es que ya no existe.
Pero comencemos por el principio.
Descubrí dicho bar por casualidad una tarde a primeros de septiembre del 2005, y aunque a primera vista su clientela me pareció bastante intelectualoide y con un punto de "gafa pasta", no es menos cierto que me encantó el aire "gauche divine" del local, el cual era reforzado tanto por la música que ponían (mezclaban, por ejemplo, canciones de Robbie Williams con música de Ali Farka Touré), como por las estanterías en las que, a disposición de los clientes, había juegos de mesa, novelas, revistas y libros de viajes (y fue allí, meses después, que ojeando el libro de Cinco semanas en globo, de Julio Verne me vino la idea de viajar a Tanzania y Zanzibar).
Y una de las mejores representantes de esa clientela especial, era una joven ("taitantos"), que algunas tardes ví por allí, con el aspecto serio y circunspecto de una jueza o de una auditora de cuentas, pero que, posteriormente, un par de noches (madrugadas mas bien), la volví a ver mientras bailaba al fondo del local, moviéndose de una manera que parecía haberla aprendido actuando en películas eróticas.
(y es que dudo mucho que a bailar así se aprenda en los juzgados o en las delegaciones de Hacienda)
¡¡ Carajo con la jueza, o lo que fuese !!
Pasadas las Navidades del 2007 encontré cerrado el local. Inicialmente pensé que estarían alargando las vacaciones para descansar de las fiestas, cotillones, etc., pero las semanas, una tras otra, fueron transcurriendo, y el bar seguía cerrado, hasta que finalmente un día en su puerta apareció el cartel de "Local - Se Alquila".
Actualmente el local lo ocupa una tienda de ropa de diseño, pero cuando crucé frente a donde estuvo el Bar Sovia (y, especialmente, cuando recordé la clientela "punto canalla", y la clienta-bailarina erótica) no pude evitar una sonrisa, como diría The Joker.
Han pasado varios años, y no sé qué habrá sido de todos ellos, pero ... ¡¡Espero que les vaya muy bonito!!