domingo, 11 de septiembre de 2011

Los túneles de Guanajuato - México

Fue en septiembre del 2001, cuando estuve en México, y entre las ciudades que visité en aquel viaje, Guanajuato es una de las que recuerdo especialmente.


Y eso se debe a dos cosas:
  • A la hermosura de aquella ciudad, y por la que me encantó pasear por sus túneles.
  • Al atentado del 11 de septiembre, en el que dos aviones se estrellaron contra las torres gemelas del World Trade Center (atentado que tuve la suerte-desgracia de ver en directo, mientras desayunaba en el hotel en que me alojaba en aquella ciudad). Lo que meses después ocurrió, ya es historia, y podemos resumirlo diciendo que el Presidente Bush (hijo), en parte acertó, y en parte se equivocó.

Ahora que hacen 10 años de todo aquello, creo que está bien publicar este post, pero fundamentalmente, para recordar la estancia en Guanajuato, donde me encantaba pasear por aquellos túneles, originalmente construidos en el siglo XIX, para ser usados como canales subterráneos, que encauzasen el agua procedente de las montañas, en época de lluvia, y evitar inundaciones en la ciudad, y que actualmente son utilizados como rondas para los coches, descongestionando así, el tráfico en la superficie, y permitiendo a los viajeros que visitan la ciudad, aflorar en barrios desconocidos, donde, al menos yo, de cara a reorientarme, lo primero que hacía, era entrar en un bar, pedir una “Negra Modelo”, la cual, indefectiblemente, venía acompañada de una deliciosa y abundante "tapa" (con dos y dos cervezas Modelo, ya habías comido), y aprovechar para preguntar al amable cantinero, que se deshacía en explicaciones, acerca de mi ubicación en la ciudad, y por donde debía ir, para llegar hasta el lugar requerido.

¡ Preciosa ciudad Guanajuato !

Y, bueno, a lo largo de este decenio que comenzó en el 2001, también me ocurrieron más cosas, que también son historia, pero otro tipo de historia. Mi historia. Y no sé porqué, me viene a la cabeza, aquella frase que para terminar una conversación, el gran escritor Eduardo Mendoza, pone en boca del protagonista de la novela El laberinto de las aceitunas: "la vida se encargó de separarnos".


sábado, 28 de mayo de 2011

Birmania: On the road to Mandalay

Hace semanas, y parcialmente tapada por las noticias del terrible terremoto y maremoto que arrasó poblaciones enteras de Japón, la prensa recogió también, la noticia de otro terremoto que se había producido en el norte de Birmania, en la zona fronteriza con Tailandia, y en el que habían fallecido más de cien personas.
La gravedad del de Japón hizo que éste quedase en segundo plano informativo, pero en cualquier caso, y como en septiembre del 2005 estuve de vacaciones en Birmania, la noticia me hizo volver a recordar aquel viaje que hice al sudeste asiático.

Y es que Birmania es uno de los lugares más exóticos que he visitado y, además, el que hice a aquel país fue uno de los viajes de septiembre que más me han gustado, y en el que la suerte, la meteorología, y todo en general fue favorable de principio a fin.
La cosa comenzó con que, en teoría, el grupo de viajeros deberíamos haberlo formado cuatro personas, pero una que tendría que haber venido, anuló su reserva, razón por la cual éramos unicamente tres viajeros. Pues bien, la suerte apareció por primera vez en aquel viaje en forma de agencia de viajes que aceptó que siendo únicamente tres personas, alcanzábamos el grupo mínimo exigido para que nuestro viaje saliese (y es que en sus normas indicaban que el número mínimo era de cuatro viajeros).
Vía Estambul y Bangkok llegamos a Rangoon, capital de Myanmar (antes y durante siglos conocida como Birmania)
Tras una breve estancia (un par de días) en la capital marchamos hacia Mandalay en el tren nocturno (que a media tarde salía de Rangoon).
¡Una delicia ir viendo atardecer desde el vagón del tren!
A la hora de dormir, los tres viajeros y la guía nativa que nos acompañó durante todo el viaje, acondicionamos como pudimos las viejas literas de nuestro compartimento (para 4 personas), y la noche fue pasando poco a poco y de aquella manera, pues era difícil conciliar el sueño y dormir en aquel caluroso compartimento de un tren que parecía desvencijarse en cada tramo de vía que cruzaba.
En cualquier caso, y habiendo dormido poco, al amanecer estábamos en Mandalay
Tras dejar las cosas en el hotel, la primera visita que hicimos fue a la estupa de Mingun, en una población próxima a Mandalay, hasta la que fuimos navegado por el río Irawadi en un pequeño barco (viaje que todos aprovechamos para dar una cabezada, y recuperarnos de la noche en blanco que el tren nocturno nos había dado).
Después de tres días en Mandalay y alrededores (visitando entre otras cosas y además de la ya indicada estupa de Mingun, el puente U Bein en Amarapura el cual es el puente de madera de teca más largo del mundo), nuestra siguiente escala en ese viaje fue la población de Bagan, hasta la que nos desplazamos nuevamente por el río Irrawaddy, pero en esa ocasión a bordo de un Ferry que lo recorre.

¡Un consejo respecto de ese viaje en el Ferry! Llevad un buen libro para leer y/o un reproductor de MP3’s con vuestra música favorita, pues el viaje por el río es largo (varias horas), y termina por resultar aburrido.
Una de las canciones que sonaba en mí reproductor de MP3's me ha servido para dar título a este post: "On the road to Mandalay" interpretada por Frank Sinatra

Respecto de la zona de Bagan, con sus cientos de estupas y pagodas, patrimonio de la humanidad de la UNESCO, diré que es visita obligada para todo viajero que se precie de serlo.
En nuestro caso dedicamos tres días a visitar, acompañados por la guía, las pagodas más importantes (hay decenas de ellas), tras los cuales dedicamos un día adicional (el cual recuerdo con especial cariño), y tras alquilar bicicletas, a recorrer tranquilamente y a nuestro aire los alredores de la población, visitando las pequeñas, pero muy interesantes, construcciones religiosas.

Y después de esos días en Bagan, nuevo desplazamiento (en furgoneta), esta vez hasta la zona de Pindaya para hacer un trek de un par de días hasta el monasterio de Yatzakyi.
Durante el trek hasta el monasterio (se emplea casi un día para llegar, y tras hacer noche en él, casi medio día para volver -el camino de vuelta es cuesta abajo-) nuevamente la suerte estuvo de nuestro lado, esta vez en forma de meteorología favorable, pues en caso de habernos llovido tal y como les ocurrió a una pareja de turistas españoles con los que, la noche antes de comenzar nuestro trek, coincidimos en el hotel, esa caminata cuesta arriba hasta el monasterio y por caminos de tierra –es decir, por barrizales- hubiese sido un pequeño drama, tal y como les ocurrió a ellos dos.

En cualquier caso, como de nuevo la suerte acompañó, aquel trek resultó ser una delicia, y el monasterio en el que pernoctamos, me recordó al mítico Shangri-La (de la novela y película Horizontes Perdidos).


















Tras volver del monasterio a Pindaya, visita a las cuevas de Pindaya repletas de imágenes de Buda, tras lo cual, nuevo desplazamiento en furgoneta, en esa ocasión hasta el lago Inle.
Debido al mal estado de las carreteras birmanas, dicho traslado requiere medio día, pero, curiosidades de la vida, lo que pensé que sería un desplazamiento aburrido, resultó ser, al menos para mí, muy agradable, y mientras que el resto del pequeño grupo dormitaba en los asientos de la furgoneta, yo disfrutaba contemplando el paisaje y haciendo, desde la ventanilla de la furgoneta, “lomografías” digitales, sobre la marcha.


















Ya en el lago Inle, me pareció muy curioso su sistema de cultivar verduras en unas “islas-huerto” artificiales, las cuales construyen utilizando algas y plantas acuáticas para hacer de “flotador” de la isla-huerto, y sobre el que ponen capas de tierra, en la que, propiamente dicho, plantan las hortalizas.
Y por último, en avión, nos desplazamos hasta la zona de Kyaing Tong, próxima a la frontera con Tailandia, y donde visitamos los poblados de las minorías étnicas Lahu y Naun Seng.
Nuevamente la suerte (en forma de meteorología) nos acompañó, salvo el último día, en que llovió sin parar, cosa que hizo que el trek por aquellos caminos de montaña, se convirtiese en una pesada caminata por el barro, pero puesto que era el último día de trek, hasta resulto entretenido un fin de fiesta pasado por agua y barro, para poder contar lo que eso supone.

La vuelta del final de viaje la hicimos, tras despedirnos de la guía que nos había acompañado desde nuestra llegada a Rangoon, cruzando en la población Mae Sai la frontera de Birmania con Tailandia.

Desde allí, continuamos en furgoneta, y por unas fantásticas carreteras, que ya nada tienen que ver con las Birmanas, hasta la bonita ciudad de Chiang Mai, donde llegamos a primera hora de la tarde.
Allí nos alojamos en un hotel de gran lujo (Pornping Tower Hotel)
¡Realmente, la expresión “lujo asiático” viene de cosas como esa!
Tras dejar las cosas en el hotel, dedicamos el resto de la tarde y algo de la noche a visitar uno de sus famosos mercados (Chiang Mai Night Bazaar) y a cenar deliciosa comida Thailandesa. 
Al día siguiente, dedicamos toda la mañana a visitar el centro histórico de la ciudad, donde aún había algunas zonas parcialmente inundadas por la crecida del rio Ping.
Finalmente, a media tarde partimos en el vuelo hacia Bangkok, para enlazar directamente con el vuelo nocturno de vuelta hacia España, haciendo de nuevo escala en Estambul.

Como decía al comienzo de este post, el de Birmania es uno de los mejores viajes que he hecho, y por eso lo recomiendo a todos aquellos viajeros interesados en la cultura oriental, y que quieran visitar un país aún no excesivamente masificado por el turismo occidental.

domingo, 1 de mayo de 2011

Viajes de Salón: El Camino de vuelta a casa (en motocicleta)

Bien podría haberme vuelto, por donde había venido, como han hecho otros, pero ya que se dice, que hay tantos caminos como peregrinos, decidí que, para mi vuelta a casa, comenzaría alejandome un poco más de ella, y así tomar impulso para el regreso.
Por ello, tras salir de Santiago de Compostela, en primer lugar, me dirigiría hacia el oeste, y siguiendo la senda que marcan las estrellas de la Vía Láctea, llegar hasta el que, durante siglos y siglos, fue el final del mundo conocido:  Finisterre.

Y una vez completados los ritos de renacer frente al final de la tierra, comenzaría, ahora sí, el retorno a casa, retorno que haría, en parte, a través de El Camino de la Costa (también conocido como el camino del norte), y, en parte también, siguiendo el valle del río Ebro, desde el nacimiento del mismo.

Pues bien,el Camino exacto que tengo previsto para la vuelta a casa es éste
(adjunto el mapa de la vuelta, para que, aproximadamente, se vea por dónde pasa) 

Las normas generales para el viaje de regreso, seguirían siendo las mismas que en el viaje de ida, es decir:

1) La vuelta a casa, obviamente, también a lomos de mi motocicleta (una motocicleta "clásica", y sin carenado, cuya velocidad máxima no supera los 80 Km/h), seguiría siendo un viaje tranquilo, en el que disfrutar del placer del equilibrio dinámicodel paisaje (y del paisanaje), de los pueblos, de la gastronomía, etc, así que en los desplazamientos habría que seguir evitando las vías rápidas (autopistas, autovías, principales carreteras nacionales), y optar por carreteras secundarias.

2) No haría más de tres o cuatro horas diarias de moto (es decir, no más de unos 180 ó 200 Km), pues mis normas en este viaje de vuelta a casa, seguirían siendo: "de madrugar... nada", "donde hay un bonito paisaje, hay una bonita fotografía", "no hay pueblo sin bar/restaurante, y nuestra gastronomía es de las mejores del mundo", "El Camino es cultura, y asimilarla requiere su tiempo".

3) Si en el viaje de ida, descansaría un par de días en las ciudades de Burgos y León, en el viaje de vuelta, también haría dos pausas en El Camino, durante un par de días:
Y de Logroño... a casita (en una población de la ribera del Ebro, que no es Alagón, pero permitidme que no especifique exactamente, dónde reside este Viajero de Septiembre, y que por ello, elija esa ciudad, para, como se dice en el teatro, hacer mutis por el foro.


¡Quien sabe! ... ¡Igual este próximo més de septiembre!




PD1: (13/Noviembre/2013). Han pasado dos años y medio desde que publiqué este segundo post, acerca de mis planes para hacer El Camino (de ida y vuelta) en mi motocicleta "clásica", y hoy, en la prensa, he leído esta noticia, que me ha hecho reflexionar, acerca de lo que dice Aleix Espargaró.
Personalmente creo que Aleix tiene razón, y que hay que tener un punto de locura para subirse a una moto (aunque, claro está, hay puntos y puntos), pero en cualquier caso, estoy convencido de que, si aún viviese,  Don Quijote, cabalgaría a lomos de una motocicleta.

;-)



PD2: (2/Enero/2014). Navegando en Internet estas pasadas Navidades, he localizado, en la WEB La Maneta, el post en el que Ricardo Fité nos cuenta cómo fue su viaje a Mongolia en el verano del 2011, en una Yamaha SR250, del cual en Youtube hay un video-reportaje de 36 minutos, realizado por él mismo, y en el que nos muestra lo que fue aquella aventura. 
¡¡Qué grande!!


domingo, 3 de abril de 2011

Viajes de Salón: El Camino (Francés) en motocicleta

"Si no somos insignificantes, si lo que nos caracteriza es la libertad y lo que nos condena es la necesidad, la verdadera locura consiste en dejar de cabalgar y echarse a morir".

Y puede que fuera que recordaba esa frase de Fernando Savater, dicha acerca del ingenioso caballero andante, Don Quijote de la Mancha, o puede que fuese que hace tiempo leí los libros de Peter Moore, Vroom with a view y Vroom by the sea, en los que el protagonista, nos cuenta sus aventuras, viajando por Italia en una Vespa, y quisiera copiar sus ideas, pero lo cierto es que desde hace tiempo, y en el salón de mi casa (que de ahí el título de esta entrada en el blog), llevo dándole vueltas a la idea, de qué posibles viajes podría hacer con mi Yamaha SR - 250 Classic (una motocicleta clásica, y nunca mejor dicho, pues la tengo desde hace 20 años).



Y así, un buen día, comencé mis cábalas y planes, para hacer, en esa moto, el "Camino Francés", es decir, viajar desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela, en la motocicleta de 250 cc y 20 CV de potencia, que tengo desde hace unos cuantos años, la mayor parte del tiempo metida en el garaje, pues salvo en fines de semana, casi no la utilizo.


De gran ayuda para preparar mis planes, ha sido la información encontrada en Internet, y destaco en primer lugar, Los 25 consejos para hacer viajes en moto (imprescindible su lectura, cuando se planea hacer un viaje largo, de varios días de duración), y en segundo lugar, el Blog Moto Reina (amigos de la moto clásica), donde ellos cuentan cómo, en mayo del 2010, hicieron el Camino, en sus motocicletas. Tras leer (y escuchar en sus podcasts) las aventuras de los componentes de la asociación Moto Reina, llegué a la conclusión de que el viaje que yo preparaba, se parecería mucho más a los del escritor australiano Peter Moore, que a los de la asociación Moto Reina, pues el mío sería un viaje en solitario, y sin furgoneta de apoyo logístico.

Y, además de eso, mi viaje por El Camino, tendría estas premisas ineludibles:

1) Se trataría de un viaje tranquilo, para disfrutar del placer del equilibrio dinámicodel paisaje y del paisanaje, de los pueblos, de la gastronomía, etc, en una motocicleta "clásica", y sin carenado, cuya velocidad máxima, a duras penas supera los 80 Km/h, así que en los desplazamientos habría que evitar las vías rápidas (autopistas, autovías, principales carreteras nacionales), y optar por carreteras secundarias, aunque sea desviándose ligeramente de El Camino Francés, en el sentido más habitual del mismo (y así por ejemplo, el recorrido desde Santo Domigo de la Calzada hasta Burgos, lo haría yendo a través de la tranquila y hermosa zona de Las Viniegras).

2) No haría más de tres o cuatro horas diarias de moto (es decir, no más de unos 180 ó 200 Km diarios), pues mis normas a seguir en este viaje, serían:  "de madrugar... nada", "donde hay un bonito paisaje...hay una bonita fotografía", "no hay pueblo sin bar/restaurante, y nuestra gastronomía es de las mejores del mundo entero", "El Camino es cultura, y asimilarla requiere su tiempo".

3) Cada noche me alojaría en algún hotelito económico o pensión, de la ciudad elegida como meta de la jornada (en los albergues de El Camino, no suelen aceptar a viajeros que van en moto o coche). O sea, nada de dormir en saco de dormir dentro de una tienda de campaña. Por las noches hay que descansar (ya que varias horas en una moto sin carenado, cansan), y para ello, nada como una cama. Además así, me evitaría tener que cargar con la tienda, el saco, la esterilla, etc.

4) En el viaje de ida, y en las ciudades de Burgos y León, cuando ya el cansancio del viaje comenzase a hacerse notar, haría una pausa en El Camino, y pernoctaría un par de noches en cada una de ellas, para reponer fuerzas, lavar la ropa, y disfrutar con calma de la ciudad y de sus calles de tapas (mi zonas favoritas para el tapeo son, en Burgos las calles comprendidas entre la catedral y la casa Cordón, y en León, su famoso Barrio Húmedo).

5) En cuanto al viaje de vuelta, obviamente también a lomos de mi motocicleta, tal y como el de ida a Santiago (y del que hablaré otro día y en otro post), y de igual manera que en el de ida descansaría en Burgos y León, en mi Camino de Vuelta, pasaría por Logroño, donde también descansaría un par de días, y disfrutaría de los pinchos y vinos de su famosísimas calle Laurel, y calle San Juan, y le pondría al viaje un gran colofón, en la que sería la última gran ciudad de El Camino Francés por la que pasaría de vuelta a casa (en algún lugar de la ribera del Ebro).


Pues bien, utilizando el planificador de jornadas que hay en la WEB de Godesalco.com, y el "Cómo llegar" de Google Maps, he preparado a esta propuesta.



Y de esta manera, si los planes no me fallan, en unas tres semanas, o cuatro a lo sumo, podría hacer El Camino desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela, y la vuelta a casa.
(el link anterior lleva al mapa del recorrido exacto de ida, que he preparado en Google Maps)

¡Quien sabe! ... ¡Igual este próximo més de septiembre ...!


Postdatas:
 
  • Tiempo después de publicar este post, he localizado el Blog de Arraulado, en el que hay un post que nos cuenta su Camino de Santiago, en una motocicleta  Suzuki GSR.  Aunque su viaje de ida y vuelta, por razones obvias de motocicleta, es muchísimo más breve que el mío (excesivamente breve para mi gusto. Él emplea 3 días y yo 10), me ha gustado mucho su detallado relato, las fotografías con las que lo acompaña, y sus reflexiones de motero que hace el camino en solitario (como por ejemplo, cuando sentado en una mesa de un bar de Portomarín, pone "la antena" para escuchar al resto de clientes, todos ellos caminantes o ciclistas que hacen El Camino, y se da cuenta de que todos ellos estan unidos por el viaje, pero él se siente excluido e invisible para todos. Y es que él, como viaja en moto, viaja acompañado únicamente por ésta y por sus pensamientos). 

domingo, 6 de febrero de 2011

En bicicleta por la isla de Zanzibar

El pasado septiembre viajé nuevamente a un país africano de la costa del océano Índico, y tras la estancia de dos semanas en él, volví a finalizar mi viaje con una semana en la isla de Zanzibar, isla en la que ya estuve en septiembre del 2007.

No era cosa de repetir estancia en los mismos sitios que la vez anterior (con la excepción de la preciosa ciudad de Stone Town, donde me gusta finalizar los viajes a Zanzibar), así que en esta ocasión, en lugar de alojarme en la costa norte de la isla (en la turística población de Nungwi) para disfrutar de su espectacular playa y sus hermosos paisajes marítimos, me dirigí a la costa este, y más concretamente, a la zona de Dongwe, bastante menos abarrotada de turistas que la costa norte de la isla.

Como las excursiones más típicas que pueden hacerse en la isla (Blue Safari, el Tour de las especias, etc), ya las hice la vez anterior, esta vez dediqué algunos días a hacer tranquilas excursiones en bicicleta, por las poblaciones de los alrededores de Dongwe (es decir, hacia el norte, a Pingwe, y hacia el sur, a Bwejuu, Paje, Jambiani, etc)

Y ocurrió lo que me esperaba:
  • Que la bicicleta que me alquilarían en el hotel, no sería ninguna maravilla (ambos pueden verse en la foto adjunta)
  • Que en la carretera no habría casi tráfico (precisamente esto último, fue lo que me decidió a aventurarme en bicicleta)
  • Que haría un calor tremendo.
Y ocurrió también lo que no me esperaba:  
  • Que la carretera, tal y como también puede apreciarse en la siguiente fotografía, era nueva, y estaba perfectamente asfaltada, aunque no tenía arcenes. 
(Al circular por esas carreteras, hay que tener mucho cuidado con los pocos coches, camiones y dala-dalas que circulan, ya que, la norma fundamental que, en la práctica, se aplica en las carreteras africanas, es que la prioridad de paso, siempre es del vehículo más grande. Por eso, la prioridad de paso SIEMPRE será de los otros vehículos cuando allí circulemos en bicicleta,  y por este orden que indico: camiones, dala-dalas, carretas de tracción animal, automóviles, motocicletas, y, finalmente, el ciclista y el peatón)

Y dicho todo esto, añadir que los 4 días que dediqué a las excursiones en bicicleta por la zona, los empleé tal que así:

-Primer día, hacia el sur, hasta Paje. Al llegar, visita a la playa (donde había mucha gente practicando Kite Surf).

Y tras visitar la playa, a comer al bar/restaurante del Hotel Paje by Night ¡¡Todo un descubrimiento ese bar/restaurante!!
(mientras esperaba que me sirviesen la comida, pude disfrutar de un refrescante baño en su piscina, cosa que recomiendo hacer a quienes se decidan por estas excursiones ciclistas, ya que el calor en la zona es tremendo)


-Segundo día, hacia el norte, hasta Pingwe, a visitar la playa de Kae (y que por cierto, y con todo lo que digan las guías de viaje, no me pareció nada del otro mundo). Volviendo hacia el hotel, paré a comer en el restaurante The Door (ubicado en una colina arbolada, frente al océano, lo que permite disfrutar de unas maravillosas vistas mientras comemos).



-Tercer día, hacia el sur, hasta Jambiani, visitando la espectacular playa, y comiendo, frente al mar, en el Kim's restaurant. (¡Muy bien también este restaurante!)


-Y cuarto día, nuevamente hacia Jambiani, pero quedándome, poco antes de llegar a esa población, en una preciosa y tranquila playa, a la que se accedía por un camino (coordenadas GPS: -6.290994, 39.537122) que había descubierto el día anterior, explorando un poco con la referencia del mar al fondo, y los bordillos laterales de piedra que se ven en la foto adjunta, y que eran visibles desde la carretera. 


Luego, volví a comer (y a refrescarme dándome un baño en su preciosa piscina) al restaurante del hotel Paje by Night, y que tal y como comenté en el TripAdvisor, me pareció el mejor bar-restaurante de esa zona de la isla de Zanzibar.

Y, por supuesto, cada tarde, al llegar de vuelta al hotel ...
¡¡Una Tusker, bien fría, frente al océano!!
("Bia Yangu, Nchi Yangu", es decir, en Swahili, "Mi cerveza, mi país")


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¿Y qué podría haber organizado, habiéndolo sabido antes de ir, o habiendo permanecido más tiempo en la zona?
Pues sabiendo el calor que hace y el viento que sopla en esa zona de la isla, se me ocurren estas ideas:

1)-Alquilar una motocicleta (muy posiblemente un scooter Vespa), para circular por aquellas carreteras sin preocuparnos ni del calor que hace ni del viento que sopla (y de ahí que en las playas hubiese tanta gente practicando Kite Surf), y hacer, al estilo que Peter Moore cuenta en sus libros, un recorrido circular (de unos 80 Km) Dongwe-Dongwe, por ejemplo con este recorrido: de Dongwe a Nganami (recorrido paralelo al océano), para luego dirigirse por Kufile hacia el oeste, a visitar la playa de Kizimkazi, tras lo cual, seguir al norte, hacia Kijini y luego Kitogani, y de ahí, nuevamente hacia el este, hasta llegar otra vez a Paje, para finalmente, volver a Dongwe.
Muy importante: para circular en motocicleta por Zanzibar, se requiere convalidar nuestro permiso de conducir, y hay mucha policía de tráfico por la zona, que pide el permiso convalidado a los turistas. Este trámite de convalidación del permiso, además del alquiler de la motocicleta, puede hacerse directamente en bastantes hoteles (conviene consultarlo por adelantado, con un e-mail, en el hotel/lodge en que tengamos previsto alojarnos).
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Comentario de Agosto/2016: En YouTube he localizado este vídeo de unos turístas franceses, que muestran su recorrido en Vespa por Zanzíbar.
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Comentario de Junio/2017: Nuevamente en YouTube he localizado otro vídeo de unos turístas que muestran una excursión de un día en Vespa por la zona norte de la isla de Zanzíbar.
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He de decir que ambos me han dado mucha envidia, así que, la próxima vez que vaya a esa preciosa isla, ¡alquilaré una Vespa!
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2)-Hacer (organizar), el recorrido ciclista “Costa del Este de Zanzibar, pero llevando “coche-escoba” de apoyo (sobre todo para los equipajes).
Podría hacerse un recorrido parecido al que indico para hacer en motocicleta, y parando para tomar un baño en esas preciosas playas, comiendo en esos restaurantes (u otros similares), y alojándose cada noche, en una población distinta (p. Ej: 1ª noche
Nganani, 2ª noche Paje, 3ª noche Pingwe. Sugiero hacer el recorrido en el sentido de sur a norte, pues eso significaría ir con el viento a favor, ya que en septiembre, los vientos del Monzón soplan del sudoeste hacia el noreste, tal y como los navegantes de la cultura Suajili bien conocen desde hace siglos).

3)-Contratar en algún hotel de esa zona de Zanzibar, un paquete de excursiones en bicicleta por la isla (con alojamientos incluídos)

Estoy seguro que todas estas posibilidades, tienen que ser una auténtica delicia, pero como al menos la primera, cualquiera la puede organizar a nivel individual, pues se la recomiendo a todos aquellos que tengan carnet de conducir motocicleta.

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Comentario de Junio/2016: Navegando en Internet, he encontrado la historia del viaje en bicicleta que Tere Abumohor, en el año 2014, hizo en la isla de Zanzibar.
Podéis acceder a su video-resúmen desde este enlace.
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sábado, 15 de enero de 2011

Bares, Calles y Noches

No suelo comentar demasiado acerca de bares y restaurantes, pues los gustos en los temas de copas, ambientes o comidas son muy personales.
Pero a veces hago excepciones y, por lo que creo curioso de la historia, en esta ocasión haré otra.

Estas pasadas fiestas navideñas, yendo a la búsqueda de regalos para la familia y los amigos, volví a pasar por la calle donde estuvo el Bar Sovia,digo "estuvo" porque lo primero que hay que decir de él es que ya no existe.

Pero comencemos por el principio.

Descubrí dicho bar por casualidad una tarde a primeros de septiembre del 2005, y aunque a primera vista su clientela me pareció bastante intelectualoide y con un punto de "gafa pasta", no es menos cierto que me encantó el aire "gauche divine" del local, el cual era reforzado tanto por la música que ponían (mezclaban, por ejemplo, canciones de Robbie Williams con música de Ali Farka Touré), como por las estanterías en las que, a disposición de los clientes, había juegos de mesa, novelas, revistas y libros de viajes (y fue allí, meses después, que ojeando el libro de Cinco semanas en globo, de Julio Verne me vino la idea de viajar a Tanzania y Zanzibar).

Y también fue con el paso del tiempo que fui descubriendo que tanto el local como parte de su clientela por las noches se "transformaban", y sacaban a relucir un "punto canalla".
Y una de las mejores representantes de esa clientela especial, era una joven ("taitantos"), que algunas tardes ví por allí, con el aspecto serio y circunspecto de una jueza o de una auditora de cuentas, pero que, posteriormente, un par de noches (madrugadas mas bien), la volví a ver mientras bailaba al fondo del local, moviéndose de una manera que parecía haberla aprendido actuando en películas eróticas.

(y es que dudo mucho que a bailar así se aprenda en los juzgados o en las delegaciones de Hacienda)


¡¡ Carajo con la jueza, o lo que fuese !!

Pasadas las Navidades del 2007 encontré cerrado el local. Inicialmente pensé que estarían alargando las vacaciones para descansar de las fiestas, cotillones, etc., pero las semanas, una tras otra, fueron transcurriendo, y el bar seguía cerrado, hasta que finalmente un día en su puerta apareció el cartel de "Local - Se Alquila".

Actualmente el local lo ocupa una tienda de ropa de diseño, pero cuando crucé frente a donde estuvo el Bar Sovia (y, especialmente, cuando recordé la clientela "punto canalla", y la clienta-bailarina erótica) no pude evitar una sonrisa, como diría The Joker.

Han pasado varios años, y no sé qué habrá sido de todos ellos, pero ... ¡¡Espero que les vaya muy bonito!!