Recientemente, y tal y como dicen los políticos, supe por la prensa que Xavier Moret había publicado Tramuntana, la 4ª novela protagonizada por Max Riera, detective alternativo y dibujante de comics, y eso me hizo recordar una novela anterior, del mismo protagonista: Zanzibar puede esperar.
Es curioso cómo los libros pueden modificar las intenciones de un viajero, a base de inspirarle nuevos destinos. En mi caso fue en la pequeña biblioteca del legendario, para mí, Bar Sovia, donde en la primavera del año 2007 leí, entre otros, fragmentos de las novelas, Zanzibar puede esperar (Xavier Moret) y Cinco semanas en globo (Julio Verne), y fueron esas lecturas las que me inspiraron viajar hasta allí.
Y así, en septiembre del año 2007 viajé por primera vez a Tanzania continental y Zanzibar, y volví de nuevo a Zanzibar en septiembre del 2010.
Es curioso cómo los libros pueden modificar las intenciones de un viajero, a base de inspirarle nuevos destinos. En mi caso fue en la pequeña biblioteca del legendario, para mí, Bar Sovia, donde en la primavera del año 2007 leí, entre otros, fragmentos de las novelas, Zanzibar puede esperar (Xavier Moret) y Cinco semanas en globo (Julio Verne), y fueron esas lecturas las que me inspiraron viajar hasta allí.
Y así, en septiembre del año 2007 viajé por primera vez a Tanzania continental y Zanzibar, y volví de nuevo a Zanzibar en septiembre del 2010.
Después de haber estado en esa isla en 2007 y 2010, y habiendo comparado la cantidad de gente que uno y otro año estábamos allí de vacaciones, estoy convencido de que el título de la novela está equivocado. El turismo masivo, poco a poco, va llegando a esa isla del océano Índico, y por ello creo que Zanzibar NO puede esperar.
El viajero que no soporta las aglomeraciones, debería viajar allí cuanto antes, y conocer esa maravillosa isla antes de que se convierta en destino para el turismo de masas.
Y si hay algún lugar de Zanzibar que me fascinó especialmente, ese fue la ciudad de Stone Town, "la ciudad de piedra" (siglos atrás, los indígenas de esa parte del continente africano, construían sus casas con adobe y hojas de palmera, razón por la cual les llamaba la atención esa ciudad, con casas construidas por los árabes e indúes, con piedras, rocas de coral y ladrillos).
En esa fascinante ciudad, recuerdo y recomiendo especialmente los paseos por las calles de los alrededores del puerto de pescadores, que casi no han cambiado del aspecto que tenían a comienzos del siglo XX.
Un paseo que puede hacerse en una mañana, consistiría en ir desde las oficinas de Correos (en c/ Kenyatta Road), las cuales casi no han cambiado desde que hicieron esta fotografía, a comienzos del siglo XX, hasta el mercado central de abastos Darajani Market (junto a Benjamin Mkapa Road), para terminar volviendo hacia la Casa de las Maravillas (House of Wonders) frente a los jardines Forodhani.
El fichero GPX de dicho recorrido, y que se detalla en el mapa adjunto, lo podéis descargar aquí, para importarlo luego en el navegador GPS de vuestro Smartphone.
En todas esas callejuelas, el tiempo parece haberse congelado (y es que, también en África, y en aquel calor , hay algo, aunque sea el tiempo, que puede congelarse)
Desgraciadamente en el año 2010 ya no existía, pues estaban reconstruyendo completamente la casa en que estaba ubicado, así que en esa ocasión, comí en el tranquilo y excelente Le Spices Randez-Vous.
Y tras la comida, y mientras el sol más apretaba, recuerdo haber visitado la Casa de las Maravillas, junto a los jardines de Forodhani.
Finalmente, al atardecer, nuevamente en la zona del puerto de pescadores, recuerdo el placer de tomar una copa, frente al mar, en la animada terraza del Living Stone Bar.