Ahora que llegan inquietantes noticias acerca de un país (Mali), próximo a la zona en la que estuve en 2011, y en la que, hace siglos, florecieron, para luego desaparecer, los que ahora podríamos llamar, Los reinos perdidos del río Senegal, quiero recordar un par de lugares de Senegal (y de días vividos en aquel país), que incorporo a mi selecto club de "Aquellos en que mejores momentos he pasado", y que bien valieron el viaje a Senegal.
- El primero de esos lugares, fue Podor, la tarde del 29 de septiembre del 2011.
Gracias al pequeño GPS que llevaba para documentar el diario de viaje, pude marcar la posición exacta de aquel punto de tan agradable recuerdo.
Tras la escala en Podor, embarcamos de nuevo, y continuamos navegando por el río Senegal, en dirección hacia su desembocadura, hasta llegar a la pequeña aldea (mi GPS marcaba la posición: 16 39 22.16N, 14 59 44.52W), en cuyos alrededores acampamos, antes de que oscureciese.
Y así comenzó aquella ajetreada noche.
La Tormenta (lo pongo en negrita y con mayúscula, pues fue la madre de todas las que he visto y padecido).
En la oscuridad de la noche y junto a nuestras tiendas de campaña, los rebaños de vacas mugían sin parar, anunciando algo que, en esos momentos, no supimos interpretar.
Y comenzó como una lejana tormenta seca, con impresionantes relámpagos, que iluminaban el horizonte Mauritano, al otro lado del río (el río Senegal sirve de frontera entre ambos países).
En la oscuridad de la noche y junto a nuestras tiendas de campaña, los rebaños de vacas mugían sin parar, anunciando algo que, en esos momentos, no supimos interpretar.
Y comenzó como una lejana tormenta seca, con impresionantes relámpagos, que iluminaban el horizonte Mauritano, al otro lado del río (el río Senegal sirve de frontera entre ambos países).
Eran (lo supe tras despertarme) alrededor de las 2 de la madrugada del 30 de septiembre, cuando La Tormenta nos alcanzó de pleno, inicialmente con un fortísimo vendaval que tiró abajo nuestras tiendas de campaña, y que venía acompañado de unos espectaculares relámpagos, tras lo cual, comenzó un pequeño diluvio, por llamarlo de alguna manera, que hizo que, estando acampados en una zona arcillosa, tuviésemos que levantar a toda prisa nuestro ya muy maltrecho campamento, pues era indispensable salir de allí, antes de que el barrizal, que comenzaba a formarse, atrapase a la vieja camioneta (que ni era, ni nunca había sido, una 4x4) en la que tendríamos que cruzar aquella llanura, para volver a la población de Podor, y alcanzar así la carretera que nos permitiese retornar a la ciudad de Saint Louis.
El largo retorno hacia Saint Louis (unos 220 Km, que detallo en ese link, y en la imagen adjunta de Google Maps).
Aunque "Google Maps - Cómo llegar" diga que en hacer ese recorrido de Podor a Saint Louis se tardan unas 2 horas y 40 minutos, en la práctica, al ser de noche, y estar la carretera en malas condiciones, empeoradas por las obras, y la fuerte lluvia, tardamos casi el doble (unas cinco horas).
Pero aquella noche-madrugada, en la oscuridad de la cabina de una vieja camioneta (oscuridad rota a menudo por el resplandor de los relámpagos), viendo al otro lado de los cristales, iluminada por los faros, la cortina de agua que nos cubría, pensando silenciosamente, mientras escuchaba con los auriculares del MP3 a Paul Desmond interpretar A taste of honey, y a Norman Brown interpretar Better days ahead, dando, como el resto de viajeros, somnolientas cabezadas, de las que nos despertaban los botes que dábamos en los baches, alguno de los cuales, al estar llenos de agua, y con la muy escasa iluminación de los faros, el conductor no los veía a tiempo para evitarlos, nunca podré olvidarla.
- Y es la hermosa ciudad de Saint Louis, a la que llegamos alrededor de las 8 de la mañana del 30 de septiembre, el segundo lugar incorporado a mi club, "Aquellos lugares en los que mejores momentos he pasado".
Curiosidades que ocurren en la vida: a esa ciudad -Saint Louis-, es a la que, tras aterrizar junto a las cataratas Gouina -del río Senegal-, finalmente llegan los protagonistas de la novela Cinco semanas en globo, novela que ya he citado, en algún que otro post anterior.
¡Quien me iba a decir, aquella tarde en la que, para hacer tiempo, entré por primera vez en el Bar Sovia, y descubrí que tenían unas estanterías con libros a disposición de los clientes, entre los que estaba esa obra de Julio Verne, que terminaría viajando a los lugares y países, en los que comienza (la isla de Zanzibar - Tanzania) y finaliza (ciudad de Saint Louis - Senegal) esa emocionante novela!