Por temas de trabajo, la pasada semana estuve unos días en Madrid.
El billete de tren de vuelta a una famosa ciudad por la que pasa el río Ebro, y por aquello de no andar con prisas, y más teniendo en cuenta que era un viernes, lo tenía para última hora de la tarde, pero ocurrió que el cursillo al que había asistido, finalizó hora y pico antes de lo previsto, pues los asistentes estuvimos de acuerdo con el profesor en que, siendo viernes, y teniendo muchos de los asistentes que marchar de vuelta a nuestras ciudades de origen, era preferible no hacer mas que una parada para tomar café a media mañana, y luego seguir hasta acabar, sin parar para comer.
El resultado de todo ello (la hora de salida de mi billete de tren y el disponer de más de una hora adicional), junto con llevar tan solo una pequeña maleta de las de equipaje de mano, me permitió comer con mucha calma en un restaurante de la zona de Atocha, y tras ello, aún tuve tiempo para darme un paseo por las librerías de la Cuesta Moyano, la cual está próxima a la estación de tren.
El resultado de ese paseo, fue la compra de un libro usado, una novela para leer en el tren de vuelta a casa. Dicha novela (mezcla de Ciencia Ficción y Fantasía), no muy conocida, pero realmente entretenida para los que les gustan las historias de Julio Verne, tal y como me dijo el librero propietario de la caseta, cuando vio que ojeaba diversos libros de ese escritor francés, lleva por título Héctor Servadac.
Pues bien, el protagonista (Héctor Servadac) y un grupo de personajes de diferentes nacionalidades, deben enfrentarse
a las consecuencias de una catástrofe terrestre, que los obliga a recorrer
durante dos años, los vastos espacios del sistema solar, cuando la zona del norte de África en la que ellos se encontraban, es arrancada de la Tierra, y lanzada al espacio, por el choque de un meteorito gigante.
He de decir que la novela, tal y como me dijo el librero, es entretenida, y que el viaje de vuelta en el tren, se me pasó volando, mientras disfrutaba con las aventuras de Héctor & Cia. viajando en un cometa por el sistema solar.
La sorpresa adicional vino (cosa habitual en los libros usados) en que la novela llevaba la firma de uno de sus anteriores propietarios.
En este caso, un tal Javier Alfonso, hace 20 años, en el año 1997, fue su propietario.
Espero que él disfrutase leyendo las aventuras de Héctor por el espacio infinito, como he disfrutado yo.
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